Los cristianos no estamos bajo la Ley

Los cristianos no estamos bajo la Ley

Aunque los cristianos no estamos bajo la Ley, eso no nos exime de obedecerla. La Ley estará vigente hasta el regreso de Jesús.

Los cristianos no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia, y el pecado ya no nos puede dominar (Romanos 6:14), es decir, que nuestra nueva naturaleza en Cristo Jesús y a través del Espíritu Santo somos capacitados para vencer el pecado, y cumplir a cabalidad la Ley, que viene siendo la Ley del amor de Dios, porque ya la obedecemos por amor infinito a Él.

Así pues que la Ley de Dios sigue tan vigente hoy como en el tiempo que fue escrita.  Estar bajo la gracia no anula la Ley y Jesucristo lo ratificó al decir: “No he venido a abolir la Ley sino a cumplirla”, Mateo 5:17.

Los cristianos no estamos bajo la Ley pero debemos cumplirla

Muchos cristianos suelen decir que como no estamos bajo la Ley sino bajo la Gracia, no tenemos que obedecerla, y el no obedecerla implica que tenemos libertad de pecar abiertamente, porque no somos salvos por obras sino por Gracia.

Es verdad que la Salvación nos ha sido dada por Gracia, pues nuestra cuenta de pecado ha sido tan larga y nuestra condición pecaminosa tan grande que ni haciendo nuestro mejor esfuerzo podríamos ganarla.

Nada que pudiéramos hacer nos haría merecedores de tan magno hecho y es por esa misma razón que debemos enderezar el camino dejando el pecado atrás, porque siempre estaremos en deuda con Dios y aunque jamás podríamos pagar con obras el regalo de la Salvación, es una obligación que adquirimos al aceptar semejante regalo.

Pablo lo expresa muy bien en Romanos 6:15-16 cuando dice que si antes éramos esclavos del pecado, ahora con Cristo, somos sus siervos, sus esclavos en obediencia para justicia, porque fuimos comprados por Él, a través de su preciosa sangre. 

Porque al aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y someternos a su Señorío, debemos obedecerle. Quien no quiera someterse a esto no importa, pues Dios no obliga a nadie, pero que no espere buenos resultados el día del juicio, porque no habrá misericordia ni habrá amor en el juicio de Dios, y habrá un inminente castigo para todo aquel que desobedezca y persista en pecar, es así de simple.

Las leyes se han hecho para obedecerlas y tienen una consecuencia si se rompen, creas en ellas o no. Veamos un ejemplo: Alguien pudiera decir que no cree en las normas de tránsito, y como no cree no las cumple. Es por eso que al ver una luz roja no se detiene y sigue, puesto que no cree en tal medida.

El resultado de su desobediencia le acarreará una consecuencia que puede ser en el mejor de los casos, una multa en dinero o en el peor, un nefasto accidente que aún le pudiera costar la vida.

Si no estamos bajo la Ley, podemos pecar?

Sin embargo, aquí el punto no es tanto la ley sino el pecado, y aunque el pecado es la transgresión de la ley, no es el cumplir la ley la que salva sino Jesucristo. ¿Entonces cuál es el papel de la ley? El papel de la ley es el de mostrarnos nuestras debilidades pecaminosas y nuestra necesidad de un Salvador. Es solo a través de los diez mandamientos, que podemos reconocer nuestro pecado para ir directo a los pies de Cristo y pedir no solamente su perdón sino su ayuda para una vida nueva dejando el pecado atrás.

Aunque siga vigente, cumplir la ley para el hombre es imposible, dada nuestra imperfecta condición humana y Dios lo sabe. Es por eso que tras el sacrificio de Jesús, a todo aquel que decida someterse a su autoridad y aceptarlo como su Señor y Salvador, recibe el don de su Santo Espíritu para ayudarle en el proceso de santificación y a dejar el pecado atrás.

Las leyes se cumplen en el Nuevo Pacto, no para ser salvos, sino para demostrar que somos salvos, porque sencillamente quien no guarda los mandamientos de Dios, no es salvo. Dice la Biblia en 1 Juan 3:8-9 lo siguiente:

«El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo, y todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios».

Como podemos ver, aunque los cristianos no estamos bajo la Ley, tenemos que guardarla porque con base en ella es que todos seremos juzgados.

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