Si queremos pertenecer a la familia de Dios tenemos que aprender a ser sus hijos, pues hay ciertos requisitos que cumplir y los veremos aquí.
Pertenecer a la familia de Dios es un gran privilegio, y así como para pertenecer a una familia real en la tierra hay que renunciar a muchas costumbres de la gente común, con mayor razón si queremos pertenecer a la familia del Rey de reyes y Señor de señores; existen ciertas condiciones especiales para pertenecer a la familia del Rey de los Cielos.
Cristo ya pagó por nosotros el derecho a pertenecer a la familia de Dios; El pagó con su sangre por nuestro derecho a ser verdaderos hijos de Dios, pero nosotros tenemos que aprender a serlo, porque para ser hijos de Dios tenemos que aprender a comportarnos como tal.
No podemos decir que somos hijos de Dios y seguir actuando como hijos del mundo. Recordemos que como hijos del Rey de reyes tendremos que vivir en las mansiones celestiales y no cualquiera podrá ser recibido allá, porque hay unos requisitos para entrar al cielo.
Tenemos que aprender a no desentonar con las normas que se exigen, y ese aprendizaje lo logramos aquí con la ayuda de Cristo, nuestro hermano mayor según las Sagradas Escrituras (Hebreos 2:11). Pero para entender un poco mejor de lo que estamos hablando, veamos algunos ejemplos de lo que no puede o no debe hacer un hijo de Dios:
Cómo Aprender a Ser Hijos de Dios
Dice el apóstol en 1 Pedro 2:9 lo siguiente: «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable».
Lo fundamental aquí es entender que somos un pueblo adquirido por Dios a través de Cristo; fuimos comprados con su propia sangre para ser sus sacerdotes; para ser santos y para anunciar las virtudes de nuestro Salvador, nuestro hermano, quien nos sacó de las tinieblas del mundo para vivir en su luz, la luz de Cristo. Y para ser todo eso necesitamos prepararnos. Para aprender a ser hijos de Dios y ser dignos de ser recibidos en el cielo tenemos que buscar la ayuda del Gran Maestro que es Cristo.
Es solo a través de Cristo que podremos aprender a ser hijos de Dios, y sus hermanos adoptivos. Pero la autoridad de Cristo sobre nosotros para enseñarnos a ser hijos de Dios no solo la tiene por ser Dios, sino porque El también aprendió como hombre a ser obediente (Hebreos 5:8), y a vivir de acuerdo a los mandamientos de Dios, en la misma carne de pecado que nosotros tenemos.
Recordemos que Cristo nació con nuestra misma naturaleza caída, porque para poder salvarnos y ser nuestro ejemplo tenía que vencer el pecado como hombre, y así lo hizo. ¿Entonces qué debemos hacer? En primera instancia estar dispuestos a aprender sometiendo nuestra voluntad a la voluntad de Cristo.
La voluntad es la capacidad que todos tenemos de hacer aquello que nos proponemos. Es el acto de decidir hacer algo con determinación y buscar los medios necesarios para conseguirlo. En este caso si lo que queremos es aprender a ser hijos de Dios, lo primero que tenemos que hacer es estar dispuestos a lograrlo y en segundo lugar buscar a Cristo quien es el único que puede ayudarnos en el proceso, sometiendo nuestra voluntad a la suya.
Una vez hacemos esto, Cristo se encargará de guiarnos, porque como dice muy claramente la Palabra de Dios, que «Él produce en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena Voluntad» (Filipenses 2:13). Es así como funciona si nosotros lo creemos. Es como si nos subiéramos a un carro conducido por otro, confiando en que esa persona nos llevará donde necesitamos ir.
O es también actuar como un niño lo hace, esperando siempre en sus padres, con la seguridad y la confianza de que ellos lo protegerán y harán todo por él. Sin preocupación, sin angustia, sin miedo dependiendo por completo de sus progenitores.
Es dejar que Cristo nos guíe y simplemente obedecer a lo que El nos imponga, confiando siempre en que Él quiere lo mejor para nosotros, mientras nosotros cerramos nuestra mente a las influencias del mundo, ya que estas nos pueden desviar de nuestro destino final.
Fuimos creados con el libre albedrío, y nosotros tenemos que ejercer ese poder de elección hacia los propósitos de Dios, preparándonos espiritualmente hacia los niveles mas elevados del conocimiento de Cristo para ser fieles miembros de la familia de Dios.
Si este artículo te parece interesante, compártelo. Es esa la forma en que podemos llevar la Palabra de Dios a todo rincón. Gracias.
Un sitio para reencontrarte con Dios
Cristianismo y otros temas de interés
Blog para jóvenes cristianos
Un lugar para reflexionar juntos....
Mensajes predicados por Juan Manuel Montané
Hola. Estoy de acuerdo con parte de lo que dice esta reflexión pero no en todo. Los hijos de Dios no somos perfectos a pesar de haber nacido de nuevo en Cristo. La vida Cristiana es una vida de crecimiento espiritual a menudo lento. No cambiamos de la noche a la mañana dejando enseguida todos nuestros pecados sino que el cambio es gradual y además también depende en qué estado nos encontramos al ser salvos. No todos han tenido la misma experiencia en sus vidas.
Me gustaMe gusta