Por qué Hoy a lo Malo se le Llama Bueno

Por qué a lo Malo se le Llama Bueno

Hoy a lo malo se le llama bueno, porque el hombre tiene la mente confundida por las seducciones de satanás. Veremos lo que dice la Biblia.

Definitivamente el mundo está patas arriba. La mente de la gente está embotada por las seducciones de satanás, y por eso se han distorsionado los valores éticos y morales de la sociedad. El hombre sin Dios tiene la mente confundida al punto de que hoy a lo malo se le llama bueno y a lo bueno malo.

Eso no es nuevo, pues ya sucedía desde la época de los profetas, solo que en la actualidad se ha hecho mucho mas evidente y acentuado porque estamos en el tiempo del fin, y esa es precisamente, una de las señales profetizadas para este tiempo.

Por qué Hoy a lo Malo se le Llama Bueno

El apóstol Pablo dijo en 2 Timoteo 3:1-5 lo siguiente: «En los postreros días vendrán tiempos peligrosos, porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella».

Si queremos ser honestos, este es el vivo retrato de nuestra sociedad actual; hombres sin principios morales y sin ningún respeto por los demás, pero además, sin ningún temor de Dios, a quien por cierto no conocen. Hombres que solo buscan su propio beneficio sin siquiera importarles a quien se tengan que llevar por delante con tal de conseguir sus fines egoístas.

Ese es el resultado de la corrupción del hombre, que ha caído tan bajo por estar separado de Dios, y lamentablemente esas perversas influencias de alguna manera han logrado permear en mayor o menor proporción el corazón de la gran mayoría de la humanidad, aceptando como normal y bueno lo que es malo y lo que todos deberíamos odiar y rechazar.

Lo Malo Bueno y lo Bueno Malo

El hombre fue creado para vivir en conexión con Dios pero al pecar, ese hilo que los unía se rompió, quedando un enorme vacío en su interior. Un vacío que desde que nace está tratando de llenar, pero que nunca logra completar.

En ese afán de buscar la satisfacción propia, pierde el control y no puede discernir los límites entre lo bueno y lo malo; entre lo aceptable y lo inconcebible, además porque al estar alejado de Dios, es satanás el que rige su destino, y ya sabemos cuáles son sus intenciones. Sin embargo, todo esto va en contra de Dios y es rotundamente rechazado por Él.

Veamos lo que dice Isaías 5:20: «Ay de los que a lo bueno llaman malo y a lo malo bueno; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz». Todo lo bueno viene de la luz del mundo que es Cristo (Juan 8:12); todo lo malo es tinieblas y oscuridad, y llevan el sello de satanás.

Las tinieblas no son mas que la ausencia de luz, y esas tinieblas comenzaron una vez apareció el pecado en el mundo. Al principio esas tinieblas no fueron tan marcadas, pero con el tiempo se han ido poniendo cada vez mas densas en la medida en que la luz de Dios se ha ido alejando más y más de los corazones de la humanidad.

Ahora bien, cuando alguien se aleja de la luz que es Cristo, queda sumido en las tinieblas y preso en las garras de satanás quien se encarga de formar un velo de incredulidad en la mente de todos aquellos que han rechazado la verdad, con el fin de mantenerlos ciegos y engañados con sus artimañas y en medio de la mas profunda oscuridad.

Ya el apóstol Pablo lo mencionaba en su tiempo cuando dijo: «El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios», 2 Corintios 4:4.

¿Y cómo lo hace? Presentandoles distracciones y entretenimientos; apelando a los placeres de la carne y de los sentidos, o manteniéndolos bien ocupados en distintas actividades. El punto es que así les quede muy difícil pensar y creer en Dios en medio de tanta carnalidad y mundanalidad.

Y al no tener la dirección de Dios en sus mentes y sus corazones, no saben cómo llenar el vacío que mantienen. Gracias a esa insatisfacción actúan por instinto, tratando de buscar eso que necesitan para ser felices sin poder lograrlo. Lo malo de los instintos es que nos llevan a querer buscar el placer y la gratificación por medio de los sentidos, algo que jamás podrá satisfacer las necesidades del hombre.

Y en esa sed de querer buscar mas y mas placer, diversión y disfrute, se vuelve insaciable, y es cuando se pierde la línea de lo que es bueno y se cae en lo que es malo, sin siquiera darse cuenta. «Donde no hay dirección divina no hay orden«, dice en Proverbios 29:18.

Ese precisamente ha sido el resultado de sacar a Dios de las instituciones, los hogares y del corazón de los hombres. No hay Dios, y por ende tampoco hay ley. Y sin ley, el mundo se convierte en un caos.

Hemos llegado al punto en el que ni siquiera se nos permite hablar de Dios, ni orar ni alabarle en un lugar público, mientras por el contrario se alaban a todos aquellos que se declaran abiertamente gays, solo por mencionar un ejemplo.

El mundo simplemente es regido por los deseos de la carne y «quienes viven conforme a la carne, en las cosas que son de la carne tienen que ocuparse, porque es lo único que conocen», (Romanos 8:5).

Pero las cosas de la carne distan mucho de los principios que Dios inicialmente estableció para que el hombre fuera feliz, y eso ha distorsionado sus valores. Tal desenfreno ha hecho que a lo bueno llamen malo y a lo malo bueno, porque la corrupción les ha cauterizado la consciencia y han perdido por completo el discernimiento.

Tenemos que romper ese círculo vicioso y volvernos a Dios, porque vienen tiempos verdaderamente peligrosos. Tiempos de tribulación (Mateo 24:21) en los que seremos brutalmente probados, para saber quién es quién ante Dios, y que se darán antes de la muy pronta venida del Señor.

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