La transformación a través del Espíritu Santo

La transformación a través del Espíritu Santo (Foto Morguefile)

La transformación a través del Espíritu Santo es la base de todo cristiano, porque Dios quiere que seamos como Cristo, y es el Espíritu Santo quien hace la obra en nosotros.

Dios quiere que seamos transformados y esa transformación es a través del Espíritu Santo, quien es el representante de Cristo aquí en la tierra, pues una vez Jesús se fue, nos envió a su Santo Espíritu para que nos acompañara y nos guiara. El Espíritu Santo es el Consolador (Juan 14:16) y es como tener la presencia de Jesús en nuestras vidas para siempre.

Pero para ser transformados y recibir al Espíritu Santo, debemos primero tener una experiencia con Jesús. Es Cristo quien logra transformarnos al punto de poder experimentar su plenitud en cada área de la vida, y volver al diseño original de Dios, el cual era reflejar su imagen en todas nuestras obras, porque para eso fuimos creados, para ser una prolongación del Creador, y para eso debemos andar en el Espíritu.

Jesús cuando estuvo aquí en la tierra hizo de aquellas personas con las que tuvo contacto, mejores seres humanos, porque fueron transformados al experimentar su presencia. Nadie permaneció igual después de conocer al Hijo de Dios.

Aunque en la actualidad las personas viven bajo enormes presiones por dificultades en el trabajo, falta de recursos económicos, falta de paz, enfermedades o problemas familiares, la misión de Jesucristo es la de devolvernos esa plenitud para la cual fuimos creados, lo que por supuesto deja fuera todo lo anteriormente mencionado.

La transformación a través del Espíritu Santo

Es a través del Espíritu Santo que somos transformados. Lo que hizo Jesucristo a su paso por la tierra lo puede hacer aun hoy, porque aunque no está de cuerpo presente, Jesucristo vive y a través de su Santo Espíritu, Él sigue aquí para nosotros, para ayudarnos y para transformar nuestra vida.

Salvación y Conversión

Jesucristo vino para que a través de su sacrificio en la cruz, seamos salvos, y es esa primera experiencia al recibir a Jesús, arrepentirnos de nuestros pecados y hacerlo el dueño de nuestra vida a partir de ese momento, como recibimos el regalo de la Salvación, pero es a través del Espíritu Santo que podemos comenzar ese proceso de transformación para parecernos más a Cristo, como lo requiere Dios.

La Palabra dice en Santiago 2:17: «La fe sin obras es muerta», podrá salvarte solo la fe? No, pues aunque por fe reconocemos y aceptamos el sacrificio de Jesús y el perdón de pecados, tenemos un compromiso para con Dios y es el de cambiar de vida dejando el pecado atrás. Si bien es cierto que Jesucristo nos perdona, no significa esto que podemos seguir pecando y creer que aun somos salvos. No, de ninguna manera, pues como dice en Hebreos 10:26-31:

«Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.

¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?»

Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.  !!Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!»

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