Cómo Alimentamos el Alma

Cómo Alimentamos el Alma (Foto Pixabay)

Todos tenemos que alimentar el cuerpo para vivir. ¿Y cómo alimentamos el alma, también importante para la vida? Veamos qué dice la Biblia.

Como seres vivos tenemos que alimentar el cuerpo para vivir, pero como seres espirituales debemos también ocuparnos de alimentar el alma y de nutrirla de manera saludable para alcanzar una excelente calidad de vida, además de permitirnos mantener una fuerte relación con Dios.

Cómo Alimentamos el Alma

¿Pero cómo estamos alimentando el alma? ¿Estamos siendo consecuentes con el hecho de que siendo la obra maestra de Dios debemos alimentarnos espiritualmente de acuerdo a sus principios?

Lamentablemente vivimos en un mundo caído; un mundo que gracias al pecado ha perdido su norte. La humanidad ha venido en franca decadencia desde la desobediencia de Adán y Eva, logrando alcanzarnos a todos desde entonces, y la verdad es que no hay nadie bueno ni siquiera uno.

«No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno», dice la Biblia en Romanos 3:9-12.

¿Pero por qué pasa esto? Porque al romperse la estrecha relación con Dios,  satanás supo manipular fácilmente el corazón del hombre a su amaño, y lo ha logrado de muchas maneras, entorpeciendo aun la atención de aquellos que de algún modo han querido buscar a Dios.

Jesús lo dijo en Marcos 4:19: «Porque los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra haciéndola infructuosa».

La mayor parte de los pensamientos y las actividades del hombre están dedicados básicamente a intereses egoístas, personales y mundanos, excluyendo por completo a Dios.

Según las palabras del Señor, existen dos clases de personas que se encuentran muy distantes de Dios.

Unas que ocupan todo su tiempo en buscar las riquezas y los bienes de este mundo, cuyos intereses acerca de cosas materiales son su único objetivo. Y otras que por el contrario, están llenas de preocupaciones, cargas y deberes que las mantiene cansadas y sin ninguna esperanza para hallar alivio a sus ansiedades y pesares.

Tanto los primeros como los segundos, están tan ocupados en la rutina de esta vida que no les queda ni un minuto para compartir con Dios.

Porque las intenciones de satanás son atiborrar nuestro intelecto en cosas vanas, hasta agotar la mente y el cuerpo en las cosas de este mundo, y dejando por completo el alimento espiritual que viene de parte de Dios.

Alimentando el Alma Con la Palabra de Dios

Aunque pueda parecer difícil, no debemos permitir que los asuntos de este mundo absorban nuestra mente al punto de robarnos por completo el valioso tiempo de compartir con Dios; pues es a través de Cristo que podemos obtener el alimento sano para enfrentar positivamente las dificultades de la vida.

Tampoco debemos permitir que los intereses mundanos obstruyan la brillante luz de Cristo cuya fuente de poder nos puede mantener fuertes ante las perversas insinuaciones de satanás.

Es a través de la Biblia que recibimos la instrucción divina para desenvolvernos con sabiduría, y llevar una vida llena de paz, esperanza y seguridad ante las adversidades de la rutina diaria.

Cristo dijo: «En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, porque yo he vencido al mundo«, Juan 16:33. Esto es mas que una promesa.

Cuanto mas frecuentemente repitamos las promesas que Jesús tiene para nosotros (que por cierto son muchas), mas profundamente influirán de manera positiva en nuestra mente y se harán mas eficaces en el proceso de nuestro diario vivir.

Y cuanto mas estudiemos la vida y obra de nuestro Salvador a su paso por la tierra, más fácil será para nosotros imitarlo y obedecer a Dios tal como Cristo siempre lo hizo.

Solo la Palabra de Dios puede nutrir sanamente el alma, para mantenernos fuertes y muy firmes en los caminos del Señor, de tal manera que no la desechemos, porque la Palabra de Dios tiene poder, y es esa fuente inagotable de vida, que puede brindarnos las innumerables bendiciones que Dios siempre tiene para nosotros.

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