Cómo Pueden Afectar las Doctrinas al Cristianismo

Cómo pueden afectar las doctrinas al cristianismo

El cristianismo basa su fe en Cristo y la guía del Espíritu Santo, pero las doctrinas lo han convertido en una ciencia humana sin Cristo.

Es bien interesante notar cómo a lo largo de los siglos el cristianismo se ha ido transformando de manera drástica hasta nuestros días, perdiendo en si mismo su verdadera esencia.

Cuando nos vamos a los inicios del cristianismo, cuya primera etapa data del año 30 al año 100 DC, la base de este, era fundamentalmente la fe en Jesucristo y la guianza del Espíritu Santo.

No existían grandes teólogos ni filósofos que se dedicaran al estudio intelectual de las Escrituras, por el contrario, todos los que se dedicaban a llevar el mensaje de Cristo, eran personas comunes y corrientes escogidas por Jesús, pero que a través de su íntima relación con el Señor, y su obediente y santa conducta, eran guiados por el Espíritu Santo.

Entre estos grandes hombres, quienes eran grandes no por sus títulos mundanos, sino por  su infinito amor a Dios y su estrecha relación con el Padre, se cuentan hacendados, reyes, líderes militares, campesinos, pescadores, poetas, recaudadores de impuestos, músicos, pastores, artistas y hasta fabricantes de tiendas de campaña como Pablo el Apóstol.

La Biblia no puede ser estudiada teológicamente como una ciencia sistemática, porque la Biblia es un libro especial y único que expresa de manera exclusiva el pensamiento y la Voluntad de Dios, y es imposible estudiarla y entenderla a través del intelecto humano, como lo hacen muchos en la actualidad.

Es por eso que vemos tantas doctrinas proliferando por ahí, cuyos conceptos e ideologías se basan más en pensamientos y opiniones de hombres que en la verdadera voluntad de Dios, dado que cada quien de acuerdo a su intelecto, tiene su propia manera de interpretar la Palabra de Dios.

La Biblia es muy clara cuando expresa en 2 Pedro 1:20-21: “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.

Sin embargo hoy, el Espíritu Santo ha pasado a un segundo plano y lo que cuentan son la infinidad de conceptos y opiniones que distan muchísimo de la verdad, tergiversando por completo la Santa Voluntad de Dios.

Si esto hubiera sido aceptado por Dios, creo que Jesús en vez de haber escogido personas tan corrientes, se hubiera quedado con los escribas y fariseos de la época, pero ellos fueron rechazados, precisamente por no tener al Espíritu Santo.

Cómo Pueden Afectar las Doctrinas al Cristianismo

Primero que todo veamos lo que es una doctrina. Me pareció bastante interesante una de las definiciones que usa la Real Academia que dice que la doctrina es una norma científica o paradigma. Imagínense por un momento, tomar o definir la fe cristiana como una norma científica.

¿Puede haber ciencia en la fe? La fe es algo espiritual y jamás puede ser tratado como una ciencia, porque al ser espiritual se sale de los límites humanos, más aun cuando hacemos referencia al Espíritu Santo de Dios. Eso es como tomar a Dios y tratar de entenderlo por medio del intelecto o la sabiduría humana.

En 1 Corintios 1:19-21 dice: “Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”.

Cuando se trata de conocer a Dios, nadie es sabio en su intelecto pues de lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y de lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte, pero también de lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, solo  para deshacer la sabiduría humana a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Cor 1:27-29).

Estos versículos echan por tierra todas las doctrinas creadas por hombres, en las que se basan innumerables religiones: católicos, testigos de Jehová, mormones, y aun las diversas denominaciones de cristianos, que basan sus creencias lejos de la Biblia o se dejan engañar por ciertos dirigentes que la distorsionan.

Tales doctrinas afectan el verdadero cristianismo al dejar de lado al Espíritu Santo que es el único que nos puede dar el entendimiento necesario para conocer a Dios y su Santa Voluntad, sin confusión ni ambigüedad.

Pero esta mala costumbre viene casi desde los inicios del cristianismo, pues al desaparecer los primeros apóstoles, quienes fueron los gestores de la Iglesia Primitiva, fue desapareciendo también su verdadera esencia.

En el libro «Historia del Cristianismo» el autor Jesse Lyman Hurbult describe cómo entre el año 100 y el 313 DC,  las doctrinas comenzaron a aparecer, afectando de manera drástica la fe cristiana:

“Una característica distintiva de este período, fue el desarrollo de la doctrina. En la época apostólica la fe era del corazón, una rendición personal de la voluntad a Cristo como Rey y Señor, una vida de acuerdo con su ejemplo debido a que el Espíritu Santo moraba internamente.

Sin embargo, en este periodo la fe poco a poco llego a ser mental, una fe del intelecto. Una fe que creía en un sistema de doctrina riguroso e inflexible. Se enfatizaba la sana doctrina, más que la vida espiritual. De esta manera la doctrina se convertía cada vez más en la prueba del cristianismo”.

Hoy es igual. En la actualidad el cristianismo es algo así como una corriente a la que se entra haciendo una oración, pero sin ningún compromiso con Dios, un cristianismo sin el Espíritu Santo, es un cristianismo frívolo y sin Cristo.

El mundo de hoy está lleno de falsos cristianos que se jactan de que Cristo vendrá pronto por ellos sin tener que pasar por la tribulación, que será la prueba final de Dios para nosotros, aunque viven una vida peor que la de aquellos que niegan a Cristo, y  creen tener el cielo ganado, porque las falsas doctrinas corrompieron la verdadera esencia del evangelio.

En 2 Pedro 2:1-2 dice así: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado”.

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